En el imaginario del régimen militar se fijó un punto de partida "la apertura de un nuevo ciclo histórico", pero también un supuesto punto de llegada: "la formación de una nueva 'convergencia cívico militar' heredera legítima del Proceso de Reorganización Nacional". Este punto de vista fue regularmente expuesto en le curso de los dos primeros años. Sin embargo, este orden autoritario no pudo contar con Fuerzas Armadas férreamente alineadas en torno a un verdadero plan político.
martes, 5 de julio de 2011
El gobierno de Videla
Jorge Rafael Videla fue el primer presidente del "Proceso". Asumió el 29 de marzo de 1976 y ejerció las funciones durante cinco años, convirtiéndose en el presidente militar que más tiempo permaneció en su cargo en la breve historia del último régimen de facto. De esta manera se ponía fin al pequeño lapso de cinco días en la cual la Junta Militar actuó como Poder Ejecutivo Nacional. Con la designación de Videla, se resolvió en una primera etapa la distribución del poder compartido que caracterizó a este gobierno aunque más tarde se abriría la discusión en la corporación militar sobre la estructura del poder, que fue conocida periodísticamente con la denominación del "cuarto hombre". Los defensores del "cuarto hombre" proponían que la persona que se eligiera como presidente de la Nación no fuera al mismo tiempo integrante de la Junta Militar. El cuerpo normativo del gobierno de facto de 1976 establecía la separación de funciones entre el presidente y la Junta Militar, buscando así reguardar la división tripartita de poderes.
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En el imaginario del régimen militar se fijó un punto de partida "la apertura de un nuevo ciclo histórico", pero también un supuesto punto de llegada: "la formación de una nueva 'convergencia cívico militar' heredera legítima del Proceso de Reorganización Nacional". Este punto de vista fue regularmente expuesto en le curso de los dos primeros años. Sin embargo, este orden autoritario no pudo contar con Fuerzas Armadas férreamente alineadas en torno a un verdadero plan político.
En el imaginario del régimen militar se fijó un punto de partida "la apertura de un nuevo ciclo histórico", pero también un supuesto punto de llegada: "la formación de una nueva 'convergencia cívico militar' heredera legítima del Proceso de Reorganización Nacional". Este punto de vista fue regularmente expuesto en le curso de los dos primeros años. Sin embargo, este orden autoritario no pudo contar con Fuerzas Armadas férreamente alineadas en torno a un verdadero plan político.
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