jueves, 7 de julio de 2011

Los derechos Humanos



        Los derechos humanos son universales, innatos,irrenunciables, inalienables,imprescriptibles e indivisibles. Además, los Estados son los responsables y garantes últimos de su cumplimiento.
Haciendo mención a las violaciones de los derechos humanos, hablaremos de la última dictadura militar argentina (1976-1983) en la cual, el mismo Estado implementó un régimen represivo signado por la violación masiva y sistemática de los derechos humanos.

Contexto anterior a la Dictadura



  Hector Cámpora asumió  la presidencia el 25 de mayo de 1973. Cuarenta y Nueve días después. Tras el regreso definitivo de Perón - exiliado desde 1955 por dictaduras anteriores a esta- a Argentina, Cámpora renunció. Se convocó a elecciones y el peronismo nuevamente triunfó siendo Perón presidente y su esposa María Estela Martínez (conocida como Isabel) como vicepresidente.
  El 1 de julio de 1974, el histórico lider falleció e Isabel quedó a cargo del gobierno. Esto implicó, entre otras cosas, un rápido avance de la ultra derecha en distintos espacios institucionales.

La doctrina de seguridad nacional



La Doctrina de Seguridad Nacional ( DSN ) fue un cuerpo de premisas teórico-ideológicas elaboradas por Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría y los movimientos emancipatorios del Tercer Mundo. Las Fuerzas Armadas latinoamericanas fueron entrenadas en los marcos de dicha doctrina. Su principal característica fue la determinación-identificación de  un "enemigo interno " .

Dictadura y Sociedad

  Un episodio tan grave como deponer a un gobierno elegido de manera constitucional difícilmente pueda concretarse por la acción de un único actor social. Por ejemplo, las Fuerzas Armadas; sino que requiere de un conjunto de alianzas sociales sólidas. No hay golpe de estado ni ningún tipo de apoyo civil y el golpe de 1976 no fue la excepción. No obstante, tampoco se puede sostener que la sociedad civil en su conjunto brindó su apoyo a la iniciativa castrense. Mientras que algunos sectores aceptaron de modos diversos la irrupción militar, desde actitudes que iban del apoyo y la adhesión hasta la resignación, otros recurrieron a diversos mecanismos para evidenciar un temprano distanciamiento desde la residencia y la desobediencia hasta la franca oposición.
  En el caso de la última dictadura, muchísimos argentinos en el ámbito privado aceptaron el golpe como una "solución" a las crisis de la gobernabilidad que se había creado el los últimos meses del gobierno de Isabel Perón. Seguramente bajo la idea - recurrente en el siglo xx argentino, de que la única opción frente al fracaso del gobierno constitucional consistía en confiar a los militares la tarea de la recomposición de la autoridad y el orden. Este consenso tácito, aunque extendido, es diferente - conceptual y políticamente - de otro cuyo carácter, aunque más acotado, fue explícito.
  Sectores de alto poder económico apoyaron el golpe, como lo prueba la fuerte suba de las acciones en la Bolsa de Comercio.           

La implementación del terrorismo de Estado

  A comienzos de 1976 Argentina estaba sumergida en una crisis política, institucional, social, y económica sin precedentes, de la que el terror y el desconcierto también formaron parte. 
  Desde los medios de comunicación los activistas del golpismo alimentaban la sensación de anarquía y sectores de la ciudadanía comenzaron a creer que la única salida era una nueva intervención de las Fuerzas Armadas, a pesar de que los partidos políticos habían acordado llamar a elecciones.
  Cuando el 24 de marzo de 1976 la Fuerzas Armadas dieron el golpe de Estado muy pocos se sorprendieron. Incluso es posible que una porción de la población haya sentido cierto alivio: suponía que los militares estabilizarían la economía y pondrían fin a la violencia. Después de todo, el nuevo golpe se había autodenominado: "Proceso de Reorganización Nacional".  

Los objetivos del nuevo orden

  La producción de un nuevo orden fue la aspiración mayor que tuvo la corporación militar en 1976. El Estado autoritario estaba llamado a  llevar a cabo aquellas transformaciones que tenderían a la constitución de otro orden político, en el que las Fuerzas Armadas tuvieran una participación orgánica y estable en el sistema de decisión. En un discurso pronunciado el 20 de noviembre de 1977 el presidente Videla se refería a la participación de las Fuerzas Armadas en el futuro orden político.
  "Reorganizar institucional y políticamente el país, con la finalidad de concluir con los ciclos pendulares de gobiernos civiles y militares, instaurando una democracia estable".
  "Asegurar la inserción de las FFAA al sistema político con el objetivo de posibilitar la participación en la toma de decisiones".
  Este era el objetivo, de largo plazo pero en lo inmediato el autoritarismo militar pretendía poner en marcha un plan de reforma económica y disciplinamiento social. Los dos principios básicos del programa anunciado por el ministro de economía, José Alfredo Martínez de Hoz, el 2 de abril de 1976, fueron la función subsidiaria del Estado y la apertura de la economía. Al mismo tiempo, se organizó un plan altamente represivo para eliminar las organizaciones guerrilleras y voces de protesta, y modificar el comportamiento de los sectores políticos y gremiales. La tradición populista que informaba a los partidos mayoritarios (peronismo y radicalismo) debía desaparecer.
  ¿Cuál es la armazón jurídica-institucional articuladas por las Fuerzas Armadas para realizar cambios tan profundos? En primer lugar, las atribuciones del gobierno de facto se desprenden de las propias normas jurídicas sancionadas por la intervención militar, el "acta" y el "estatuto" del Proceso de Reorganización Nacional. Esas normas establecían un cuerpo colegiado, la Junta Militar, como órgano del Estado, y un órgano unipersonal, el presidente de la Nación, como ejecutor de las grandes políticas trazadas por el poder supremo. De tal forma, se puede calificar a este gobierno militar como una dictadura institucional impersonal, del conjunto de las Fuerzas Armadas, que procuró evitar la personalización del poder al estilo de las básicas dictaduras personales.
  En segundo lugar, la Junta Militar se arrojo al poder constituyente, porque sus actos y normas tienen prioridad y están por encima de la Constitución Nacional. En el mismo día de la intervención la Junta Militar se autoenvistió en un suprapoder, en el órgano supremo de la Nación, de donde emanaba una voluntad fundacional, que asumía poderes ilimitados. LA organización jurídica del régimen militar pusó fin, como se ha visto, al estado de derecho. La Junta Militar Resolvió declarar caducados los mandatos constitucionales del presidente y de los gobernadores, disolver el Congreso Nacional, las Legislaturas provinciales, remover a los miembros de la Corte Suprema, suspender la actividad Política de los partidos y la actividad gremial de los trabajadores, empresarios y profesionales.

Reacción de la sociedad

  Las editoriales de la gran prensa del país ponían de manifiesto la indiferencia de la población ante el golpe militar. La notable ausencia de reacciones era explicada por la mala reputación y el descrédito del gobierno constitucional. Pero los comentarios se extendían  más allá de esta simple constatación para arribar a un apoyo franco y abierto al advenimiento del nuevo régimen. "Un buen punto de partida" fue el título de la nota editorial del diario Clarín del 26 de marzo, en donde se afirma que "el reemplazo del elenco gubernamental y la sustitución de un régimen agotado abre perspectivas en la que es dable depositar la hasta ahora defraudada confianza de los argentinos". Por su parte, La Prensa titulaba el 27 de marzo "orden, seguridad y confianza" y no solo revindicaba el pronunciamiento militar sino que también felicitaba a las Fuerzas Armadas por la "prolijidad" del golpe cometido en el lapso de dos horas.
  A pocos días del golpe, los funcionarios castrenses se jactaban de la buena aceptación que había tenido la sociedad el Proceso de Reorganización Nacional. Esta aprobación general había colmado sus expectativas de éxito. Una línea de consenso pareció originarse en torno al pronunciamiento autoritario, aunque el futuro argentino se mostraba todavía incierto y las intenciones de los militares aparecían, en la mirada de la mayoría, como confusas.
  La estrategia discursiva de las Fuerzas Armadas estuvo destinada en una primera época a legítima su intención en el escenario político. El golpe de 1976 buscaba su legitimación mediante la conocida teoría del "vacío de poder", el argumento del "caos económico y social" y el peligro de la "subverción terrorista", que conducían a la "disolución de la Nación" y la "anarquía", tal como lo estableció la Proclama de la Junta de Comandantes conocida el 24 de marzo.  

martes, 5 de julio de 2011

El gobierno de Videla

   Jorge Rafael Videla fue el primer presidente del "Proceso". Asumió el 29 de marzo de 1976 y ejerció las funciones durante cinco años, convirtiéndose en el presidente militar que más tiempo permaneció en su cargo en la breve historia del último régimen de facto. De esta manera se ponía fin al pequeño lapso de cinco días en la cual la Junta Militar actuó como Poder Ejecutivo Nacional. Con la designación de Videla, se resolvió en una primera etapa la distribución del poder compartido que caracterizó a este gobierno aunque más tarde se abriría la discusión en la corporación militar sobre la estructura del poder, que fue conocida periodísticamente con la denominación del "cuarto hombre". Los defensores del "cuarto hombre" proponían que la persona que se eligiera como presidente de la Nación no fuera al mismo tiempo integrante de la Junta Militar. El cuerpo normativo del gobierno de facto de 1976 establecía la separación de funciones entre el presidente y la Junta Militar, buscando así reguardar la división tripartita de poderes.

   En el imaginario del régimen militar se fijó un punto de partida "la apertura de un nuevo ciclo histórico", pero también un supuesto punto de llegada: "la formación de una nueva  'convergencia cívico militar' heredera legítima del Proceso de Reorganización Nacional". Este punto de vista fue regularmente expuesto en le curso de los dos primeros años. Sin embargo, este orden autoritario no pudo contar con Fuerzas Armadas férreamente alineadas en torno a un verdadero plan político.