Con el retorno de la ortodoxia económica liberal, el gobierno de Galtieri retrotrajo las cosas a la situación anterior a la asunción del presidente Viola. El tercer presidente militar no sólo proponía retornar a las "fuentes del Proceso" con un gabinete ideológicamente homogéneo, sino que además pretendía recuperar la autoridad de la figura presidencial y del gobierno militar, erosionado por el desgaste de seis años de administración malogrados y de enfrentamientos internos.
Dos factores concomitantes fueron agravando las diferencias internas y restando margen de maniobra al Estado autoritario: el fracaso económico y el desprestigio político de las Fuerzas Armadas ¿Cómo refundar las bases de legitimación de un sistema de dominio autoritario? Esa fue la tarea propuesta por el nuevo gobierno. Un hecho militar, como fue la guerra por Malvinas, que despertó el apoyo masivo de la sociedad, resultó finalmente el medio ideado para conferir legitimidad a la crisis del régimen.
Galtieri intentó, volviendo a las fuentes del Proceso, recuperar la voluntad fundacional del régimen autoritario y su estrategia política se asentó en cuatro puntos principales, que implicaban un giro notable con la administración saliente:
1) la elección de Roberto Alemann en el Ministerio de Economía;
2) el desarrollo de una línea de acercamiento con Estados Unidos;
3) el aliento presidencial a la formación de un nuevo partido que ocupara un lugar destacado, como tercera fuerza, en el futuro mapa partidario;
4) la ocupación de las islas Malvinas como modo de organizar el concenso social y proporcionar legitimidad a un régimen carente de otras alternativas utilizando una reivindicación muy sentida por los argentinos.
Con Roberto Alemann se aseguraba la aplicación de recetas neoliberales reforzadas por sus colaboradores Manuel Solanet y Jorge Bustamante, calificados por Martínez de Hoz como "mis mejores muchachos."
No hay comentarios:
Publicar un comentario