Entre el gobierno y la cúpula militar se entabló una relación ríspida que tuvo efectos desestabilizantes y en el cual Viola no logró ser la expresión del pensamiento mayoritario de las Fuerzas Armadas. Allí radicaba una de las grandes diferencias con su antecesor, pues el nuevo presidente de facto no disfrutaba de un poder comparable al que había tenido Videla, por lo que aumentó el poder tutelar de la Junta Militar. Los esfuerzos de la derecha autoritaria, dispuesta a impedir que en la Argentina se materializara una apertura política, no sólo cuestionaban al gobierno por su alejamiento de la filosofía económica de Marínez de Hoz y por la flexibilidad de la vida política, sino que también consulaban al conjunto de la diligencia partidaria.
La sorpresiba dolencia del presidente Viola, conocida en los primeros días de noviembre, adquirió en el país una repercusión espectacular, que conmocionó no sólo al sistema político sino también al económico afectado. La incertidumbre dio lugar a una ola de rumores que se desplazaba de un lado a otro: se hablaba de una "enfermedad política" y también de serios problemas cardíacos. La enfermedad del presidente se produjo en un ambiente sobrecargado de suposiciones y cálculos políticos que llevaron al general Viola a ceder interinamente el mando al ministro del Interior, el general Liendo.
Las idas y vueltas o la manifiesta lucha por el poder desgastaron a un régimen queso portaba la crisis institucional más grave desde 1976. Con la delegación del poder había concluido virtualmente el gobierno del general Viola, no sólo por el hecho de que no volvió a reasumir sus funciones , sino porque al da siguiente de su licencia los "duros" de las Fuerzas Armadas activaban una campaña en beneficio de la candidatura del general Leopoldo Fortunato Galtieri. La única certeza que aparecía en un clima de inestabilidad y confusión era que las Fuerzas Armadas no tenían otro candidatro que el general Galtieri.
Una sociedad con pocas expectativas en el futuro tenía la sensación en los primeros días de diciembre, de que se aproximaba el desenlace. La Junta Militar, por su parte, había emplazado al general Viola a presentar su renuncia antes del 11 de diciembre. Pocas dudas quedaban ahora en la opinión pública de que la enfermedad del presidente no había sido más que el detonante de una crisis que tenía un origen político: no se trataba de otra cosa que de una lucha por el poder.
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