La deuda externa ocupó un capítulo especial en la estrategia económica de Martínez de Hoz. El fenómeno se expandió a partir de 1978, cuando, en poco más de un año, se triplicó al aumentare de 8.500 millones de dólares en diciembre de 1979 a 25.300 millones en marzo de 1981. El volumen total creció en casi 20.000 millones entre 1975 y 1981. Ciertamente, el endeudamiento creciente de los argentinos no se debió a los requisitos de desarrollo del país, sino a la especulacíon financiera provocada por la instrumentalización del tipo de cambio y el aumento de los créditos externos.
martes, 5 de abril de 2011
Las transformaciones en la economía
El cambio radical en el funcionamiento de la economía fue llevado a cabo en los primeros cuatro años de régimen militar. Nuevos grupos de poder se beneficiaron de un proceso de acumulación centrado en un mercado financiero que operaba sin restricciones y abierto al exterior. La apertura de la economía, la paridad cambiaria y la política arancelaria produjeron un daño irreparable en la industria nacional y en otros sectores productivos. Así, importantes sectores de la vida nacional se vieron perjudicados por una caída notable en el poder adquisitivo salarial, el aumento de la especulación financiera y la caída global de la demanda, que comprimió al mercado interno. El resultado más tangible fue la quiebra de fábricas, la irrupción de artículos importados y la invasión de nuevos bancos y organismos financieros con los plazos fijos a "siete días". Obreros, industriales y propietarios rurales se vieron afectados por igual con esta política de reestructuración de la economía argentina.
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La deuda externa ocupó un capítulo especial en la estrategia económica de Martínez de Hoz. El fenómeno se expandió a partir de 1978, cuando, en poco más de un año, se triplicó al aumentare de 8.500 millones de dólares en diciembre de 1979 a 25.300 millones en marzo de 1981. El volumen total creció en casi 20.000 millones entre 1975 y 1981. Ciertamente, el endeudamiento creciente de los argentinos no se debió a los requisitos de desarrollo del país, sino a la especulacíon financiera provocada por la instrumentalización del tipo de cambio y el aumento de los créditos externos.
La deuda externa ocupó un capítulo especial en la estrategia económica de Martínez de Hoz. El fenómeno se expandió a partir de 1978, cuando, en poco más de un año, se triplicó al aumentare de 8.500 millones de dólares en diciembre de 1979 a 25.300 millones en marzo de 1981. El volumen total creció en casi 20.000 millones entre 1975 y 1981. Ciertamente, el endeudamiento creciente de los argentinos no se debió a los requisitos de desarrollo del país, sino a la especulacíon financiera provocada por la instrumentalización del tipo de cambio y el aumento de los créditos externos.
lunes, 4 de abril de 2011
El gobierno de Viola
A fines de 1979 todo hacía pensar que el general Viola era el candidato presidencial aceptado unánimemente por las Fuerzas Armadas para ocupar el centro del poder durante el período de 1981_1984. Con paciencia y habilidad, Viola trabajó en esa intención desde la jefatura de su fuerza. Con la designación de general Galtieri, en diciembre de 1979, como comandante en jefe de la armada de presumía garantizada la línea Videla_Viola en el liderazgo del Ejército, peor las señales de la realidad fueron rápidamente otras. En dos años, Galtieri clausuró aquella línea de conducción en las filas del Ejército, con los oficiales que pasó a retiro y con la destitución del presidente Viola en 1981. Los puntos de referencia pasaron a ser otros y ya en marzo de 1980 los indicios provenientes de la corporación mi8litar y de los sectores económicos vinculados a Martínez de Hoz daban cuenta de la disconformidad que generaba el candidato presidencial. El resultado fue la crisis internma del Estado autoritario.
El 29 de marzo de 1981, cinco años después de la intervención militar, el general Roberto Viola asumió la presidencia de la Nación. Su gobierno adquirió un carácter polémico, cuestionado desde las propias filas de la institución militar. El "golpe" contra Viola comenzó, en realidad, antes que asumiera el cargo presidencial, cuando los sectores opositores buscaban condicionar la autoridad y el margen de maniobra del futuro gobernante, a través de una serie de medidas económicas que se tomaron al final del ministerio de Martínez de Hoz y mediante la presión de los segmentos duros de las Fuerzas Armadas, que rechazaban cualquier posibilidad de una apertura política. Con estas referencias de administración Viola ingresó en el escenario nacional con cierto desgaste, sin la plenitud de poderes, con una Junta Militar vigilante y con un "período de gracia" reducido. El peso del segundo presidente militar fue fugaz; ocho meses y doce días de los cuales los últimos veinticuatro fueron ejercidos por el ministro del Interior a cargo del Poder Ejecutivo.
El 29 de marzo de 1981, cinco años después de la intervención militar, el general Roberto Viola asumió la presidencia de la Nación. Su gobierno adquirió un carácter polémico, cuestionado desde las propias filas de la institución militar. El "golpe" contra Viola comenzó, en realidad, antes que asumiera el cargo presidencial, cuando los sectores opositores buscaban condicionar la autoridad y el margen de maniobra del futuro gobernante, a través de una serie de medidas económicas que se tomaron al final del ministerio de Martínez de Hoz y mediante la presión de los segmentos duros de las Fuerzas Armadas, que rechazaban cualquier posibilidad de una apertura política. Con estas referencias de administración Viola ingresó en el escenario nacional con cierto desgaste, sin la plenitud de poderes, con una Junta Militar vigilante y con un "período de gracia" reducido. El peso del segundo presidente militar fue fugaz; ocho meses y doce días de los cuales los últimos veinticuatro fueron ejercidos por el ministro del Interior a cargo del Poder Ejecutivo.
domingo, 3 de abril de 2011
Crisis institucional
Entre el gobierno y la cúpula militar se entabló una relación ríspida que tuvo efectos desestabilizantes y en el cual Viola no logró ser la expresión del pensamiento mayoritario de las Fuerzas Armadas. Allí radicaba una de las grandes diferencias con su antecesor, pues el nuevo presidente de facto no disfrutaba de un poder comparable al que había tenido Videla, por lo que aumentó el poder tutelar de la Junta Militar. Los esfuerzos de la derecha autoritaria, dispuesta a impedir que en la Argentina se materializara una apertura política, no sólo cuestionaban al gobierno por su alejamiento de la filosofía económica de Marínez de Hoz y por la flexibilidad de la vida política, sino que también consulaban al conjunto de la diligencia partidaria.
La sorpresiba dolencia del presidente Viola, conocida en los primeros días de noviembre, adquirió en el país una repercusión espectacular, que conmocionó no sólo al sistema político sino también al económico afectado. La incertidumbre dio lugar a una ola de rumores que se desplazaba de un lado a otro: se hablaba de una "enfermedad política" y también de serios problemas cardíacos. La enfermedad del presidente se produjo en un ambiente sobrecargado de suposiciones y cálculos políticos que llevaron al general Viola a ceder interinamente el mando al ministro del Interior, el general Liendo.
Las idas y vueltas o la manifiesta lucha por el poder desgastaron a un régimen queso portaba la crisis institucional más grave desde 1976. Con la delegación del poder había concluido virtualmente el gobierno del general Viola, no sólo por el hecho de que no volvió a reasumir sus funciones , sino porque al da siguiente de su licencia los "duros" de las Fuerzas Armadas activaban una campaña en beneficio de la candidatura del general Leopoldo Fortunato Galtieri. La única certeza que aparecía en un clima de inestabilidad y confusión era que las Fuerzas Armadas no tenían otro candidatro que el general Galtieri.
Una sociedad con pocas expectativas en el futuro tenía la sensación en los primeros días de diciembre, de que se aproximaba el desenlace. La Junta Militar, por su parte, había emplazado al general Viola a presentar su renuncia antes del 11 de diciembre. Pocas dudas quedaban ahora en la opinión pública de que la enfermedad del presidente no había sido más que el detonante de una crisis que tenía un origen político: no se trataba de otra cosa que de una lucha por el poder.
La sorpresiba dolencia del presidente Viola, conocida en los primeros días de noviembre, adquirió en el país una repercusión espectacular, que conmocionó no sólo al sistema político sino también al económico afectado. La incertidumbre dio lugar a una ola de rumores que se desplazaba de un lado a otro: se hablaba de una "enfermedad política" y también de serios problemas cardíacos. La enfermedad del presidente se produjo en un ambiente sobrecargado de suposiciones y cálculos políticos que llevaron al general Viola a ceder interinamente el mando al ministro del Interior, el general Liendo.
Las idas y vueltas o la manifiesta lucha por el poder desgastaron a un régimen queso portaba la crisis institucional más grave desde 1976. Con la delegación del poder había concluido virtualmente el gobierno del general Viola, no sólo por el hecho de que no volvió a reasumir sus funciones , sino porque al da siguiente de su licencia los "duros" de las Fuerzas Armadas activaban una campaña en beneficio de la candidatura del general Leopoldo Fortunato Galtieri. La única certeza que aparecía en un clima de inestabilidad y confusión era que las Fuerzas Armadas no tenían otro candidatro que el general Galtieri.
Una sociedad con pocas expectativas en el futuro tenía la sensación en los primeros días de diciembre, de que se aproximaba el desenlace. La Junta Militar, por su parte, había emplazado al general Viola a presentar su renuncia antes del 11 de diciembre. Pocas dudas quedaban ahora en la opinión pública de que la enfermedad del presidente no había sido más que el detonante de una crisis que tenía un origen político: no se trataba de otra cosa que de una lucha por el poder.
sábado, 2 de abril de 2011
El gobierno de Galtieri
La Junta Militar designó a cargo del Ejecutivo al general Galtieri para el período de 22 de diciembre de 1981- 29 de marzo de 1984.
Con el retorno de la ortodoxia económica liberal, el gobierno de Galtieri retrotrajo las cosas a la situación anterior a la asunción del presidente Viola. El tercer presidente militar no sólo proponía retornar a las "fuentes del Proceso" con un gabinete ideológicamente homogéneo, sino que además pretendía recuperar la autoridad de la figura presidencial y del gobierno militar, erosionado por el desgaste de seis años de administración malogrados y de enfrentamientos internos.
Dos factores concomitantes fueron agravando las diferencias internas y restando margen de maniobra al Estado autoritario: el fracaso económico y el desprestigio político de las Fuerzas Armadas ¿Cómo refundar las bases de legitimación de un sistema de dominio autoritario? Esa fue la tarea propuesta por el nuevo gobierno. Un hecho militar, como fue la guerra por Malvinas, que despertó el apoyo masivo de la sociedad, resultó finalmente el medio ideado para conferir legitimidad a la crisis del régimen.
Galtieri intentó, volviendo a las fuentes del Proceso, recuperar la voluntad fundacional del régimen autoritario y su estrategia política se asentó en cuatro puntos principales, que implicaban un giro notable con la administración saliente:
1) la elección de Roberto Alemann en el Ministerio de Economía;
2) el desarrollo de una línea de acercamiento con Estados Unidos;
3) el aliento presidencial a la formación de un nuevo partido que ocupara un lugar destacado, como tercera fuerza, en el futuro mapa partidario;
4) la ocupación de las islas Malvinas como modo de organizar el concenso social y proporcionar legitimidad a un régimen carente de otras alternativas utilizando una reivindicación muy sentida por los argentinos.
Con Roberto Alemann se aseguraba la aplicación de recetas neoliberales reforzadas por sus colaboradores Manuel Solanet y Jorge Bustamante, calificados por Martínez de Hoz como "mis mejores muchachos."
Con el retorno de la ortodoxia económica liberal, el gobierno de Galtieri retrotrajo las cosas a la situación anterior a la asunción del presidente Viola. El tercer presidente militar no sólo proponía retornar a las "fuentes del Proceso" con un gabinete ideológicamente homogéneo, sino que además pretendía recuperar la autoridad de la figura presidencial y del gobierno militar, erosionado por el desgaste de seis años de administración malogrados y de enfrentamientos internos.
Dos factores concomitantes fueron agravando las diferencias internas y restando margen de maniobra al Estado autoritario: el fracaso económico y el desprestigio político de las Fuerzas Armadas ¿Cómo refundar las bases de legitimación de un sistema de dominio autoritario? Esa fue la tarea propuesta por el nuevo gobierno. Un hecho militar, como fue la guerra por Malvinas, que despertó el apoyo masivo de la sociedad, resultó finalmente el medio ideado para conferir legitimidad a la crisis del régimen.
Galtieri intentó, volviendo a las fuentes del Proceso, recuperar la voluntad fundacional del régimen autoritario y su estrategia política se asentó en cuatro puntos principales, que implicaban un giro notable con la administración saliente:
1) la elección de Roberto Alemann en el Ministerio de Economía;
2) el desarrollo de una línea de acercamiento con Estados Unidos;
3) el aliento presidencial a la formación de un nuevo partido que ocupara un lugar destacado, como tercera fuerza, en el futuro mapa partidario;
4) la ocupación de las islas Malvinas como modo de organizar el concenso social y proporcionar legitimidad a un régimen carente de otras alternativas utilizando una reivindicación muy sentida por los argentinos.
Con Roberto Alemann se aseguraba la aplicación de recetas neoliberales reforzadas por sus colaboradores Manuel Solanet y Jorge Bustamante, calificados por Martínez de Hoz como "mis mejores muchachos."
viernes, 1 de abril de 2011
MALVINAS:La guerra como forma de legitimación
El fracaso del proyecto económico, el desprestigio del gobierno, la débil unidad de las Fuerzas Armadas y el despertar de la sociedad civil son los elementos principales que rodean la aventura de Malvinas. Ésta cambió favorablemente el escenario político pero no por mucho. El desembarco del 2 de abril conmovió a todo el país y unificó a todos los sectores detrás de la reivindicación histórica. El régimen se lanzó en una operación audaz e irresponsable a la conquista del consenso y al fortalecimiento de la unidad militar.
Hoy no caben dudas, la expedición fue lanzada sin ninguna preparación militar y no una apreciación errónea sobre las posibilidades de apoyo que brindarían los Estados Unidos.País que tomó partido por Inglaterra contra la Argentina, eligió un aliado en lugar de otro, o una alianza -la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) - en lugar de otra - el TIAR (Tratado Interamericano de Asistencia Recé3proca).-
El conflicto austral acabó con las intenciones de Galtieri de eliminar, según su primer discurso presidencial, las "zonas grises de la política exterior."
El día del desembarco, una multitud calculada den diez mil personas se concentró en la Plaza de Mayo para celebrar la "exitosa hazaña". La oportunidad fue más que propicia para que el presidente Galtieri saliera a los balcones de la Casa de Gobierno y, ante el júbilo del público, diera un discurso.
La rendición de las fuerzas argentinas el 14 de junio daba por terminada la aventura del Atlántico Sur. Concluía e intento de otorgar legitimidad del régimen militar a través de la guerra. El fracaso, que en buena medida arrastró a los partidos que se cohesinaron detrás del "objetivo patriótico", desprestigió aún más a los militares y apresuró la descomposición del orden autoritario.
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